sábado, 16 de mayo de 2015

Código Ética Pedagogía Infantil
La pedagogía infantil es una disciplina científica cuyo objeto de estudio es la educación de los niños. La pedagogía infantil no tiene que ver con la escolaridad del niño, sino con la adquisición de nuevas habilidades mediante su desarrollo. La pedagogía infantil es el espacio donde se reúnen diferentes saberes, reconocimientos y aceptaciones frente a la gran diversidad, la interacción social, cultural y académica, desde el cual se favorece la formación integral de los profesionales que tendrán a su cargo la educación de niños y niñas, como sujetos con capacidades y competencias para la vida.
 
El pedagogo debe tener capacidad para entender cómo es el desarrollo psicológico-cognitivo del niño al que enseña, de esta manera, dado el caso de un menor, al que se le dificulte guardar la información suministrada en un día de clase, el pedagogo podrá empezar a trabajar a fondo con el niño, y poner en práctica un método cognitivo, que le ayude a mejorar el procesamiento de dicha información.
La tarea de estos pedagogos, también incluye la elaboración o análisis de las políticas educativas, y el desarrollo de propuestas que favorezcan el pensamiento crítico, analítico y autónomo del niño. La propuesta más importante para lograr que el niño adquiera estas habilidades, es la enseñanza mediante el juego. 
Licenciatura en Pedagogía Infantil Uniminuto
El programa tiene como objetivo desarrollar en los estudiantes las competencias pertinentes a la formación integral del licenciado en pedagogía infantil, para desempeñarse como docente en educación de preescolar y primeros años de básica primaria, con capacidades de crear ambientes de aprendizaje.
Código De Ética
Licenciatura Pedagogía Infantil
Todos tenemos una noción aproximada acerca de la ética, del mismo modo que hasta la persona menos ilustrada es capaz de percibir la diferencia entre lo bueno y lo malo.
El vocablo ética proviene del griego "Ethos", que significa costumbre; su sinónimo latino es la voz "More", de donde deriva el término moral. Ambas voces aluden a un comportamiento humano ordenado conforme a ciertos principios, postulados y normas prescritos por la cultura4 imperante en cada sociedad. Ellos señalan la línea demarcatoria entre lo lícito y lo ilícito, lo correcto y lo incorrecto, lo aceptable y lo inaceptable.
Aunque los conceptos básicos de la ética general y de la ética relacionada con la educación son racionales, universales e intemporales, de igual manera, la interpretación de algunos aspectos de aplicación cotidiana pueden variar en el tiempo y en los diferentes lugares, de acuerdo principalmente a cambios culturales
 
El humano produce sus actos por impulsos provenientes de su naturaleza, de su espíritu y de su intelecto. Los impulsos naturales surgen de sus instintos, como sucede con cualquier animal de nuestro entorno. Estos impulsos responden a la satisfacción de necesidades instintivas y no se sujetan por sí mismos a ninguna norma moral, sólo a las de la naturaleza. Así, en el humano el control de sus instintos proviene del espíritu y de la razón de su intelecto, facultades propias que le permiten la percepción del entorno natural donde habita y le facilitan la vinculación intelectual con ese entorno. 
La voluntad de adherirse a un código ético de conducta se determina por el bien cultural y social que resguarda una norma ética. Así, la justa opinión o valoración acerca de este bien es indispensable para forjar una voluntad personal que acepte la norma ética y se comprometa a cumplirla. Esta es la esencia misma de lo que debe ser la actividad docente de los profesionales de la educación al servicio de la comunidad y del Estado.
 

Por Que Es Necesaria La Ética Profesional

El comportamiento ético no es un asunto exclusivo de los profesionales. Concierne, sin duda, a toda actuación humana; pero compromete con mayor énfasis a quienes han tenido el privilegio de una formación de nivel superior a costa de toda la sociedad que ha debido contribuir a ella y que espera, justificadamente, una actuación correcta de quienes han disfrutado de esa preferencia selectiva.
No olvidemos que -sin perjuicio de sus fundamentos religiosos, que conforman otro nivel de conciencia- es un valor cultural, propio de la sociedad y el tiempo en que se vive. Que la Universidad -principalmente agente receptor, generador y transmisor de la cultura de un pueblo- ha inculcado o debido inculcar en los estudiantes ese patrimonio valórico que todos compartimos. Y que, por lo mismo, cada Facultad o Escuela universitaria no sólo debe enseñar cómo ejercer una profesión, sino como ejercerla bien.

Cabría, en este punto, formular una crítica enérgica a la actitud que se viene imponiendo en nuestras universidades, debido -tal vez- a su proliferación excesiva. En lugar de impartir la formación ética con la jerarquía que ella merece, Ética Profesional o está ausente del Programa de Estudios o sólo se ofrece como ramo optativo, siendo excepcional que ella constituya un soporte de la educación sistemática de un profesional.
Es verdad que la formación ética llega a veces por otros cauces; y que la mejor enseñanza moral proviene del ejemplo del maestro y no del mero discurso. Pero cada profesión afronta problemas conductuales específicos que difícilmente se podrán resolver correctamente si no se les ha previsto y analizado en la etapa formativa, Por eso mismo existen los Códigos de Ética de cada profesión, sin perjuicios de los principios y normas de la Ética General.

Ética Profesional en la Educación

Se hace necesario, antes de tratar la ética profesional en la educación, precisar brevemente dos conceptos como lo son pedagogía y docencia.
La docencia es aquella actividad que realiza un individuo que se dedica a enseñar o que realiza acciones referentes a la enseñanza. La palabra deriva del término latino docens, que a su vez procede de docere, "enseñar". En el lenguaje cotidiano, el concepto suele utilizarse como sinónimo de profesor o maestro, aunque su significado no es exactamente igual.
El docente o profesor es la persona que imparte conocimientos enmarcados en una determinada ciencia o arte. Sin embargo, el maestro es aquel al que se le reconoce una habilidad extraordinaria en la materia que instruye. De esta forma, un docente puede no ser un maestro (y viceversa). Más allá de esta distinción, todos deben poseer habilidades pedagógicas para convertirse en agentes efectivos del proceso de aprendizaje.
El docente, en definitiva, reconoce que la enseñanza es su dedicación y profesión fundamental. Por lo tanto, sus habilidades consisten en enseñar de la mejor forma posible a quien asume el rol de educando, más allá de la edad o condición que éste posea.
La pedagogía tiene su origen en el griego antiguo paidagogós. Este término estaba compuesto por paidos ("niño") y gogía ("conducir" o "llevar"). Por lo tanto, el concepto hacía referencia al esclavo que llevaba a los niños a la escuela.
En la actualidad, la pedagogía es el conjunto de los saberes que están orientados hacia la educación, entendida como un fenómeno que pertenece intrínsecamente a la especie humana y que se desarrolla de manera social.
La pedagogía, por lo tanto, es una ciencia aplicada con características psicosociales que tiene la educación como principal interés de estudio.
Es importante distinguir entre la pedagogía como la ciencia que estudia la educación y la didáctica como la disciplina o el grupo de técnicas que favorecen el aprendizaje. Así puede decirse que la didáctica es apenas una disciplina que forma parte de una dimensión más amplia como la pedagogía.
La pedagogía también ha sido vinculada con la andragogía, que es la disciplina de la educación que se dedica de formar al ser humano de manera permanente, en todas las etapas de desarrollo de acuerdo a sus vivencias sociales y culturales.
Así ya entendidos los principios de docencia y pedagogía, y según nos ilustran sus ideas centrales, podemos decir, que el profesional de la educación no solo tiene por función transmitir y crear conocimiento, pues su labor educadora debe ir más allá, debiendo estar orientada hacia la responsabilidad ineludible de la formación moral y ética del alumnado.
Consciente de su labor, el docente debe avanzar con la firme convicción de formar "personas" que comulguen con el respeto por la coexistencia con otros y ser uno mismo en valores y principios, asumiendo así la educación como una tarea cívica ciudadana y una alfabetización ética de la sociedad.
En ese contexto el docente debe aprender a comprometerse con los valores asumidos por todos, aprender a ser coherente con lo que piensa, dice y hace, pudiendo así asumirse como sujeto libre individual pero con un rol ético-social indiscutible.
La socialización es la clave en la enseñanza para una formación ética de sus alumnos.
Así serán desafíos éticos para la profesión docente, entre otros:
1.- El deber de que todo acto de enseñanza sea por principio intrínsecamente un acto ético, por lo cual cada acto y/o discurso del docente debe ser en función del bien común de sus alumnos.
2.- El deber de no caer en faltas éticas, como por ejemplo suspender su actividad o abstenerse de ella utilizando determinadas justificaciones que entren en conflicto con las normas éticas y morales de las cuales debe ser el crisol para sus alumnos.
3.- El deber de constante perfeccionamiento en sus conocimientos, lo cual importa un respeto ético hacia su formación y perfeccionamiento, como así mismo un respeto hacia sus alumnos. Capacidad investigativa.
4.- El deber de consolidar un modo de ser, su ethos, configurado por virtudes profesionales, esto es, capacidades que destaquen su profesionalidad.
5.- El deber de formarse y perfeccionarse en el conocimiento y no en la información puesto que información no es sinónimo de conocimiento, lo cual marca la gran diferencia entre la verdadera acción docente intencionalmente educativa y la mera entrega de datos.
6.- El deber de alcanzar los grandes objetivos de aprender a conocer y aprender a aprender, lo cual sólo puede ser alcanzado en un marco ético con el concurso de la voluntad y los afectos individuales y comunitarios.
7.- El deber de no ser solamente un profesional que maneja su disciplina, sino también el "sabio" que conoce como obrar, en la ciencia y en la vida.
8.- El deber de encarnar una ética facilitadora del encuentro entre iguales, congruente con la exigencia de ampliar los horizontes de respeto a todos y cada uno de los seres humanos.
9.- El deber ser de formar hombres y mujeres libres capaces de autonomía moral.
10.- El deber de estar consciente de que la docencia como profesión se única en un contexto social, institucional, grupal e individual, de ahí su deber moral de no poder desconocer las relaciones y determinaciones en ninguno de estos niveles, pues no todos los obstáculos a los que se enfrenta el docente en el salón de clases se originan ahí solamente, sino que son reflejo de un problema social más amplio que repercute en la sociedad misma.


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